Mis 20 discos favoritos de 2024:
1- Friko. Where We've Been, Where We Go from Here.
Porque la música sentimental es más necessria que nunca. Esa que interpela el estado de ánimo y es capaz de modificarlo. Contiene alguna de las más bellas canciones del año.
2- The Smile. Cutouts
Sigue la linea trazada por los dos anteriores discos, aunque suena más amable y sosegado. Pero que nadie se desengañe; todo el disco está bañado por los paraísos sonoros, a veces sómbrios, o veces más ligeros, sobre los que planea la voz quejumbrosa de York.
3- Vampire Weekend. Only God Was Above Us.
No puedo dejar de rendirme ante la asombrosa capacidad de la banda para convertir sus canciones en pequeños grandes himnos.
4- The Last Dinner Party. Prelude to Ecstasy.
Sorprende desde el primer tema: una introducción con orquestación clásica. Anuncia una de las lecturas que se le puede dar al trabajo: Opera pop o rock de un musical imaginario.
5- Geordie Greep. The new sound.
Avant rock en esa mezcla de rock/pop muy inglés, actitud postpunk y vodevil londinense. En este disco, continuador del estilo de los Black Midi, se reconocen las influencias paternas (rock progresivo, jazz, clásica) y maternas (salsa) El músico cita expresamente a Igor Strawinsky y Frank Zappa, entre otros.
6- English Teacher. This Could Be Texas.
Album de debut. Dentro de la hornada tal vez no demasiado bien denominada nuevo post-punk británico. Dentro de una actitud punk (menos radical que en su primer EP) y el uso predominante de guitarras, beben en la tradición musical de la escena teatral londinense.
7- High llamas. Hey Panda.
La heterodoxia domesticada. Mezcla de géneros para ofrecer un producto elitista pero amable.
8- Porches. Shirt.
Cambios bruscos de intensidad, desde la melodía suave a la explosión eléctrica. Muy bién acompañada por el bajo y la percusión y la brillantez de unas guitarras con riffs acústicos brillantes y limpios, la voz - a veces tuneada- de Maine, navega entre la desgana y la tristeza.
9- Yard Act. Where’s My Utopia?
La banda más divertida y gamberra del momento. Siguen con su bajo, batería, guitarrazos, alguna floritura digital y voz que habla y habla y habla. Proyectandose mucho más allá que el post-punk ese.
10- St Vincent. All Born Screamming
Más roquero, eléctrico y atmosférico que sus dos últimos discos. Más visceral y crudo que sofisticado. Multigénero y heterogéneo. Hay temas que entran como un aullido. Otros, como un lamento. Anne Clark ha vuelto a mutar.
11-Tapir. The Pilgrim, Their God and the King of my Mountain.
Dentro de esa nueva ola de bandas inglesas que rescatan la esencia vodevilesca para añadirla al pop o al punk, la propuesta de Tapir es más pastoral y acústica. Presentada en tres actos revela a nos excelentes instrumentistas y maravillosos compositores.
12-Pom Pom Squad. Mirror Starts Moving Without Me.
Pop “blanco” tan edulcorado y juvenil como el de la mayoría de la troupe de veinteañeras que parece que están acaparando el género. Entra fácil y, ahí si que sobresale, deja suficiente poso para animar a una nueva escucha. Incluso queda algún estribillo en la memoria que apetece tatarear.
13- Mount Eerie. Night Palace.
Un disco que mira al folk y a la experimentación electrónica disimulada. Alterna temas cargados de guitarrazos distorsionados con otros introspectivamente pastorales y una voz que planea, a veces, más cercana al recitado que a la melodía.
14-Daudi Matsiko. The King of Misery.
El álbúm de debut del ugandes afincado en el Reino Unido ha conseguido golpear en lo más profundo de mi alma. Un disco sincero, que muestra «como pasar de la culpa a la gratitud» a partir de musicar y contar las propias experiencias desde un alma tocada por la depresión y el trauma racial.
15-Billie Eilish. Hit me hard and soft.
Cada nuevo disco es un remanso dentro de los azotez del siglo XXI. Tan necesario como bajar a la plaza, saludar a la gente y hanlar de nuestras cosas
16-The Hard Quartet. The Hard Quartet
El retorno de las primeras espadas del indie. Su propuesta parece sincera y cumple con los requisitos: celebración de la alegría de vivir, ya no son unos jovencitos, con la convicción del que sabe que tiene oficio y (por lo que cuentan) sabe disfrutar de las “cositas”.
17-Moin. You Never End.
Moin son un trio. Aparentemente, la batuta la llevan Tom Halstead y Joe Andrews, músicos precedentes de la escena electrónica y que aquí, sin abandonar su genética, abrazan sonidos y ritmos roqueros.
Pero, al poco de dejar correr los surcos aparece la tercera en discordia. Con una presencia brutal y protagonista. Valentina Magaletti juega magistralmente con su batería y confiere la personalidad que caracteriza al disco.
18- Hinds. Viva Hinds
Mantiene las señas de identidad de la banda: contundencia rítmica, estibillos muy pegadizos y voces (especialmente cuando cantan juntas) que transmiten poder y animan a cantar con ellas.
19-Bet Gibons. Lives Outgrown.
Cuando parecía que ya lo había dicho todo (que es poco pero grande) la colider de Portishead coloca sobre el plato un álbum inmenso que relee su obra anterior pero con mayor madurez. Y lucidez.
20-Brittany Howard. What Now.
Un buen ejemplo de una de las actitudes más alabadas: experimentación y fusión. Tenemos rock, soul, hip-hop, techno, balada pop, jazz…
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