Alzheimer
Si la memoria no me traiciona (espero), conocí a
Ángeles en la primavera del 2004. Vino a la consulta del hospital acompañando a
su hermana, a la que yo llevaba unos años visitando por su enfermedad de
Alzheimer. Mi paciente había enviudado recientemente y ahora era Ángeles quien
cuidaba de ella en su enfermedad.
Recuerdo que le costó mucho entender los
comportamientos erráticos y extraños de la enferma, su hermana. Sus obsesiones por salir a
pasear y querer volver inmediatamente a casa, la angustia que le generaba no
reconocer los lugares donde había vivido siempre y, especialmente, esa falta
absoluta de recuerdos. Nunca llegó a comprender como podía ser que su hermana
se había olvidado de ella misma y la tratara como a un extraño.
Un hospital es un edificio generalmente
muy grande. Visto desde fuera, cuesta entender todas las alegrías y tragedias
que se viven entre sus paredes.
Si nos adentramos un poco en él y
recorremos los pasillos es mas sencillo entender que cosas pueden ocurrir ahí.
Historias con final feliz y otras sin el.
Pero no deseo alejarme del motivo de mi
entrada en el blog.
Un día, en el 2006, Ángela vino a la
consulta acompañada de su hija. Estaba preocupada pues desde hacía algunos
meses notaba que su memoria había disminuido. Seguía llevando una vida normal,
pero cada vez olvidaba más cosas de la lista de la compra y, en alguna ocasión
se encontró desorientada en la calle, sin saber exactamente donde estaba.
No me preocupé demasiado. Es frecuente
que los cuidadores de personas con Alzheimer reconozcan exageradamente en ellos
mismos los posibles síntomas de la enfermedad. Pero, para tranquilizarla,
decidí hacer algunas pruebas.
Confirmaron algo que temía pero que me
costaba creer. Ángela se encontraba en los estadios iniciales de la enfermedad
de Alzheimer. La misma que se había llevado, hace unos meses, a su hermana. Una
enfermedad que iba a acompañarla el resto de su vida.
En aquella época, estaba enfrascado en un
proyecto que nunca conseguí terminar. Buscaba patrocinio para escribir un libro
sobre como veían los familiares la convivencia con los pacientes afectos de
Alzheimer. Era un conjunto de entrevistas que se acompañada con una fotografía
de la persona enferma.
Tánto Ángela como su hija me dieron
permiso para hacerle una fotografía.
Continuara……
No puedo dejar de emocionarme con estas palabras. Hace unos meses han diagnosticado a mi marido DCL, no he recibido ningún consejo sobre cómo debo actuar con él. Su estadío debe ser inicial, sin embargo en lo más íntimo de mí, creo que es una consecuencia 'cantada' desde hace bastante tiempo yo misma había intuído que ciertas actitudes eran consecuencia de algun déficit de memoria.
ResponEliminaEstamos pendientes de cita para la RM y supongo que nos dará (no sé) un diagnóstico más concreto. De momento, lo que intento es pasar más tiempo con él, demostrando más cariño que antes. Después de 40 años de matrimonio, teníamos algo olvidado esto de 'muestras de cariño'.
En fin, gracias a una amiga común, he encontrado este espacio dedicado a las desmemorias, así que iré pasando y me suscribo. Muchas gracias por compartir estos conocimientos.
Desde Palma un afectuoso saludo.
Hola Cata. Tená algo olvidado el blog y hasta hoy no he leido tu comentario. ¡Animo! Para cualquier cosa ya sabes donde encontrarme.
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