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Renaldo & Clara. Boca aigua. (2023)

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Está claro que Clara Viñals domina el lenguaje. Solo así se puede entender que sea capaz de reducirlo al minimalismo imprescindible. La métrica cuidada otorga su propia musicalidad a los pequeños poemas que son sus canciones. Que envuelve en un pop sencillo, que rehuye cualquier    complicacion gratuita. Como debe ser el buen pop. Con buena letra y sin levantar demasiado la voz, nos habla del amor. De la ilusión del comienzo, la alegría de la estabilidad y la rabia del final. Pero sin dramatizar demasiado. Es una chica feliz.

H. Hawkline. Milk From Flovers. (2023)

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Hay un cierto pop, de tradición británica, clasicón, que a mi casi siempre me apetece escuchar. Melodías con estribillo que no renuncian a ser pegadizas. Ni aceleradas ni demasiado tranquilas. Sin estridencias, eso si. Pue eso.

Heartworms. A Conforting Notion. (2023)

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Podrían parecer otra de las bandas inglesas que se apuntan al carro del nuevo punk o del post punk o del punk progresivo, que ya no se como llamarlos. Pero son distintos. Por un lado, usan sin despeinarse la electrónica, lo cual introduce más brillos y, por supuesto, efectos. Y, por otro, aunque eso también lo hacen otras bandas, cuidan mucho la composición. Las canciones no son herméticas. Al contrario, proponen recorridos variados y lo que empieza de una forma, termina de otra. Es un EP. Sabe a poco. De lo más interesante que he escuchado en lo que llevamos de año.

The Reds, Pinks and Purples. The Town that Cursed your Name. (2023)

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Hay discos que entran sin calzador. Un par de oidas y ta es tuyo. El pop mainstream direis. Si, claro. Pero a la tercera se hace aburrido. Que no es el caso de ….  Indie clasicón que deja muy buen sabor de bica. Y aguanta.

Deathcrash. Less. (2023)

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Interesantísimo disco de los británicos. Su segundo trabajo se mueve entre el rock tranquilo de los Low primerizos y los crescendos propios del postrock.  Todo muy bien servido para que no nos cueste digerirlo y, ciertamente, atrapa en los primeros compases. Es su gran virtud, pero puede ser un defecto. Especialmente para los amantes de sorpresas y giros de guión. A tener muy en cuenta y esperar el -temido- tercer disco.

Genevieve Artadi. Forever Forever. (2023)

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Jazz rock. En pocas palabras; ritmos, punteos y complejidad instrumental. Y la voz de Artadi, angelical, bordando melodías que no tienen nada de sencillo. Un disco que desconcierta un poco en una primera escucha. Por la extraña disyunción entre lo cantado y lo tocada. Pero que ya en la segunda se le entiende el sentido y    empieza a saborearse.

100 gecs.10,000 gecs. (2023)

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Frente un mundo que cada vez se hace más angustioso, en el que cada día nos despertamos con un desastre natural, una matanza y un montón de abusos entre sapiens, apetece escuchar discos como este. Ritmos dulces, melodías rompedoras. (Casi) Todos los estilos triturados por la mezcladora electrónica. Gracias por existir Dylan y Laura.